MARCO TEÓRICO
La educación es un tema del
cual todos tienen una opinión una postura y en algunos casos una idea de cómo
desarrollarla, es una preocupación de todos los sectores que componen a la
sociedad como lo son las empresas, las industrias entre otros, invirtiendo una
cantidad considerable de recursos materiales y económicos en cursos de capacitación,
actualización que permitan a sus trabajadores ser más eficientes en las labores
que desempeñan, sin tomar en cuenta en ocasiones su desarrollo integral, su Desarrollo
Humano.
El desarrollo humano tiene
como meta la plena realización de los individuos, más allá de los ingresos. La
importancia de la educación como medio para tener un mayor desarrollo económico
es evidente, sin embargo, la educación tiene un trasfondo más amplio para
coadyuvar al desarrollo humano (Delors, Jacques, et al., 1996).
ANTECEDENTES
Con el avance de la tecnología
el acceso a la información es cada día más rápido, la gente puede ver en sus
pantallas lo que está sucediendo en todo el mundo sin hacer el menor esfuerzo.
La globalización puede
considerarse como una visión política, económica y social que lleva de forma implícita un conocimiento más
amplio del entorno, así como la necesidad del cuidado de los ecosistemas donde
se pueda ver por el ‘‘otro’’, no solo por el propio beneficio.
BASES TEÓRICAS
La Educación, que no termina de responder a los requerimientos
sociales del momento, y el apremio por construir relaciones que fortalezcan el
desarrollo con un sentido ético y solidario, son razones para avanzar en la
reflexión sobre la relación que existe entre la educación, la comunicación y el
desarrollo humano, y sobre la forma como nos involucramos en el proceso
educativo, que evidencia una actitud frente a sí mismos, los otros y, en
general, frente a nuestro compromiso con la sociedad.
Una educación para
el desarrollo humano considera el tipo de hombre que debe formar y, por ende,
el tipo de sociedad. Por lo tanto, ha de ser potencializadora de la realización
de las necesidades humanas y de las esferas del desarrollo humano, y para ello
se requiere de procesos de aprendizaje significativos, es decir, de ambientes
de aprendizaje que favorezcan la relación armónica del saber, el hacer y el ser
de las personas participantes.
Es oportuno aquí considerar que el problema no
está en la fundamentación de la ciencia, ni en la revisión de la estructura de
las teorías científicas. Es más relevante el preguntarnos cuál es la utilidad
que la ciencia tiene para la organización, el equilibrio y la conservación de
la vida; si el aprovechamiento de los resultados científicos garantiza una real
experiencia de justicia y solidaridad, si posibilita la convivencia humana; si
los conocimientos adquiridos y construidos en el proceso educativo nos han
permitido ser más humanos; y si hemos llegado o estamos llegando a la construcción
de un horizonte común de transformación, de emancipación de nuestras acciones
mediante la búsqueda de una interpretación común de las prácticas pedagógicas y
de las relaciones que allí se tejen.
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