sábado, 19 de mayo de 2018



MARCO TEÓRICO

La educación es un tema del cual todos tienen una opinión una postura y en algunos casos una idea de cómo desarrollarla, es una preocupación de todos los sectores que componen a la sociedad como lo son las empresas, las industrias entre otros, invirtiendo una cantidad considerable de recursos materiales y económicos en cursos de capacitación, actualización que permitan a sus trabajadores ser más eficientes en las labores que desempeñan, sin tomar en cuenta en ocasiones su desarrollo integral, su Desarrollo Humano.
El desarrollo humano tiene como meta la plena realización de los individuos, más allá de los ingresos. La importancia de la educación como medio para tener un mayor desarrollo económico es evidente, sin embargo, la educación tiene un trasfondo más amplio para coadyuvar al desarrollo humano (Delors, Jacques, et al., 1996).

ANTECEDENTES

Con el avance de la tecnología el acceso a la información es cada día más rápido, la gente puede ver en sus pantallas lo que está sucediendo en todo el mundo sin hacer el menor esfuerzo.
La globalización puede considerarse como una visión política, económica y social  que lleva de forma implícita un conocimiento más amplio del entorno, así como la necesidad del cuidado de los ecosistemas donde se pueda ver por el ‘‘otro’’, no solo por el propio beneficio.

BASES TEÓRICAS 

La Educación, que no termina de responder a los requerimientos sociales del momento, y el apremio por construir relaciones que fortalezcan el desarrollo con un sentido ético y solidario, son razones para avanzar en la reflexión sobre la relación que existe entre la educación, la comunicación y el desarrollo humano, y sobre la forma como nos involucramos en el proceso educativo, que evidencia una actitud frente a sí mismos, los otros y, en general, frente a nuestro compromiso con la sociedad.

Una educación para el desarrollo humano considera el tipo de hombre que debe formar y, por ende, el tipo de sociedad. Por lo tanto, ha de ser potencializadora de la realización de las necesidades humanas y de las esferas del desarrollo humano, y para ello se requiere de procesos de aprendizaje significativos, es decir, de ambientes de aprendizaje que favorezcan la relación armónica del saber, el hacer y el ser de las personas participantes.
Es oportuno aquí considerar que el problema no está en la fundamentación de la ciencia, ni en la revisión de la estructura de las teorías científicas. Es más relevante el preguntarnos cuál es la utilidad que la ciencia tiene para la organización, el equilibrio y la conservación de la vida; si el aprovechamiento de los resultados científicos garantiza una real experiencia de justicia y solidaridad, si posibilita la convivencia humana; si los conocimientos adquiridos y construidos en el proceso educativo nos han permitido ser más humanos; y si hemos llegado o estamos llegando a la construcción de un horizonte común de transformación, de emancipación de nuestras acciones mediante la búsqueda de una interpretación común de las prácticas pedagógicas y de las relaciones que allí se tejen.


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